Por Claudia Pavez Souper cofundadora Comunicativa
Magister en Dirección de Personas y Desarrollo Organizacional
La consigna es crear una experiencia para nuestros colaboradores, una que los mueva desde las emociones, que los comprometa a dar lo mejor de sí mismos, a poner un esfuerzo que es personal y que tiene que ver con el propósito de cada uno. Estamos acostumbrados a decir que las personas son nuestro principal activo, que somos los importantes; el punto es ver si lo que decimos con símbolos y estructuras de nuestra empresa transmite ese mismo discurso o tal vez dice algo completamente distinto.
En un momento como éste, en que la pandemia aún está presente y en que tenemos a un porcentaje de personas angustiadas, asustadas, o tal vez agotadas por el estrés que les produce esta crisis, es fundamental armar una verdadera experiencia de empleado que construya un futuro en el que nuestro equipo logre adaptarse a cualquier crisis futura y por qué no, para salir de este gran lio en que nos dejó el Covid y el estallido social.
Si las personas son lo importante, nuestro activo más relevante, debemos ver qué podemos hacer para lograr el vínculo emocional necesario para que cada uno muestre la mejor versión de sí mismo. Primero es fundamental entender que no existe una receta mágica, aunque la literatura y los estudios más certeros muestran que afianzar lazos de confianza y trabajar la empatía es lo que más sirve.
Primero es preciso entender para qué queremos lograrlo. Las respuestas a lo largo de la historia han sido distintas, debemos tener siempre a la vista que las organizaciones no existen sin personas, funcionan sólo por y para las personas, que persiguen un objetivo final que es tener éxito en el mercado, aunque se trate de una institución sin fines de lucro.
Entonces vamos tras los resultados en beneficio de clientes, inversionistas y nuestras comunidades o grupos de interés. Para lograr esos resultados debemos obtener el compromiso de las personas que hacen que esos resultados ocurran. En inglés le llaman “fulfillment” a esa sensación de que el trabajo reconforta, que nos sentimos realizados, que los colaboradores están sanos, felices, tienen calidad de vida y un propósito de impacto (algo relevante).
La evolución de esta búsqueda en estrategia de Recursos Humanos partió en la motivación; luego pasó por buscar la satisfacción del empleado; enseguida se buscó el sentido de pertenencia; más tarde, el compromiso y el florecimiento del equipo. Sin embargo, ahora apelamos a las emociones, al compromiso personal. Por eso nuestro esfuerzo debe ser transversal y abarcar todos los espacios culturales de una empresa: cuidar a las personas, ver en qué se puede ayudar a la comunidad, filantrópicamente; revisar las relaciones políticas; estudiar el desempeño con nuestros inversionistas y reputación; cuidar el planeta y sus recursos naturales para así responder a los verdaderos propósitos de nuestro equipo.
Y esta confianza debe ser real, venir desde la empatía… así podemos construir esa experiencia de empleado que nos permita avanzar hacia un equipo de alto desempeño.
Llevamos una larga temporada de crisis, sorteando contingencias, cuarentenas y cuando parece que ya se termina, nos sorprende algo nuevo. Por eso ponemos a disposición de las pymes con grandes desafíos el servicio externo de Gerencia de Recursos Humanos. Este equipo velará por mantener los riesgos controlados, aumentará el compromiso y la productividad, y permitirá aumentar el valor de la compañía gracias al alineamiento de procesos y personas con la estrategia.
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Antes del estallido sanitario, hubo una explosión social con explicaciones muy variadas y que nos invita a escuchar lo que está pasando a nuestro alrededor para tratar de entender si las personas que trabajan con nosotros o están dentro de nuestros públicos de interés tienen alguna dificultad de acceso a necesidades básicas, si se sienten excluidos de alguna manera del sistema o sienten quizás que estamos avanzando y ellos están quedando fuera.
Las soluciones para los problemas sociales son lentas, pero básicamente están en el acceso a las necesidades básicas, a un trabajo justo, y luego está la tecnología, que nos permite obtener conocimientos suficientes para participar del mundo. Este no es un problema sólo de Chile o nuestra querida ciudad de Concepción, es algo no resuelto en el mundo y lo vemos mucho más claro desde octubre.
¿Qué debemos hacer en nuestras organizaciones para navegar y aportar a la sostenibilidad social? Primero debemos tener claro para qué existimos, para qué nos levantamos cada mañana, es decir, debemos saber cuál es el sentido de nuestra actividad, ver cómo podemos ser inclusivos, prestar atención o escuchar de verdad, apoyar el desarrollo de habilidades que aporten resiliencia a las personas de nuestro equipo, mostrar transparencia, es decir mostrar lo que hacemos y sus impactos o resultados.
Y esto del propósito qué es, muchos empresarios tienden a pensar que eso los desviará de su función principal que es hacer dinero y la verdad es que el propósito lo que hace es darnos una sólida razón para hacer ese mismo dinero, aunque por los motivos y la manera adecuada.
Para saber si lo estamos haciendo bien debemos estar cerca, muy cerca de los “stakeholders” o grupos de interés. ¿Pero quiénes son los nuestros? Miremos primero hacia dentro, nuestro equipo es la primera capa, la que debe ser más sólida y coincidir con nuestro propósito. Debemos saber qué requieren ellos para “florecer” en sus trabajos y así dar lo mejor de ellos, saber qué les permite sentirse bien, que les da satisfacción, cómo logran el balance entre el trabajo y la vida privada y quizás lo más importante, cómo logramos desafiarlos para lograr sus mejores desempeños.
Para avanzar hacia la sostenibilidad social, igual que en los demás objetivos de desarrollo sostenible, la tarea es de todos los habitantes de este planeta y en ese sentido es que las empresas y sus líderes tienen una tarea pendiente, la buena noticia es que la generación de ese avance social les traerá dividendos en el mediano y largo plazo, gracias a la motivación de sus colaboradores, compromiso, cohesión y sobre todo la esperanza del éxito que aporta las ganas de seguir moviéndose.
Todo lo que hagamos para gestionar a nuestros colaboradores debe estar planificado en función de la estrategia del negocio, debe ayudar a cumplirla, por lo que debemos procurar construir una cultura, armar una estructura y definir una estrategia que nos permitan materializar nuestro propósito. Así, si soy una planta de fabricación de tableros, por ejemplo, mi propósito podría ser “Damos forma y calidad al trabajo de los constructores”. Entonces ya sabríamos que lo que debemos es integrar personas que calcen con nuestro propósito, desarrollar nuestra organización hacia esa orientación, entrenar a nuestro equipo con ese mismo objetivo, compensar de manera justa a nuestro equipo, planificar los puestos de trabajo para lograrlo y evaluar cada cierto tiempo para reformular lo que aún no calza o no mejora.
En resumen, es alinear nuestra organización con nuestra estrategia, con el objetivo del negocio, apoyados por un propósito y con recursos humanos sostenibles, comprometidos y empoderados.
Estamos comenzando nuestra aventura como consultoras de Recursos Humanos - luego de muchos años de experiencia en empresas– y queremos hacerlo desde la generosidad que estos tiempos difíciles requieren, con una consultoría sin costo para una emprendimiento con impacto positivo.
¿Sabías que solo un 20% de las personas está realmente comprometido con su trabajo?, según un estudio de Fundación Chile 2019.
Lo grave de esa cifra es que el #compromiso logra los niveles de activación, concentración y entusiasmo en las #personas para conseguir los mejores desempeños y resultados para las empresas.
¿Quieres que tu equipo trabaje con pasión? Si tienes una startup llena de desafíos, eres una empresa B o con impacto positivo te invitamos a postular al cupo pro bono para una consultoría estratégica de Recursos Humanos.
¡Te estamos buscando!
Nos motiva apoyarte a cumplir tu propósito y que tu equipo trabaje feliz, alineado y logre su mejor desempeño.
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Puedes postular hasta el 2 de noviembre a las 18 horas, contestando muy brevemente este formulario. Los resultados los entregaremos el viernes 13 de noviembre por nuestras redes sociales y a cada postulante vía mail:
Antes del estallido sanitario, hubo una explosión social con explicaciones muy variadas y que nos invita a escuchar lo que está pasando a nuestro alrededor para tratar de entender si las personas que trabajan con nosotros o están dentro de nuestros públicos de interés tienen alguna dificultad de acceso a necesidades básicas, si se sienten excluidos de alguna manera del sistema o sienten quizás que estamos avanzando y ellos están quedando fuera.
Vamos cambiando más lento de lo deseado quizás, pero las empresas de nuestro país también están protagonizando esta revolución y enfrentando las dificultades de funcionamiento en este país y planeta incierto en el que la vulnerabilidad nos demanda habilidades nuevas y el desarrollo de competencias orientadas a estar en constante observación de los escenarios, interpretarlos y a efectuar persistentes intervenciones en nuestros equipos de trabajo para brindarles bienestar y sostenibilidad en sus funciones, permitirles continuar a pesar de cualquier adversidad y sacar su máximo potencial para alcanzar nuestro propósito corporativo y, por cierto, su propósito personal.
Surge así el liderazgo adaptativo, que antes de este año era una técnica para sortear dificultades o enfrentar desafíos relevantes y que ahora es una condición para sobrevivir como ejecutivos y empresas.
Para lograrlo servirán bastante los consejos que de Salim Ismail es su libro Organizaciones Exponenciales, en el que nos entrega pistas relevantes para conseguir que nuestras compañías de cualquier tamaño adopten los principios de las startups o emprendimientos escalables para crecer y sostenerse en el tiempo. Para tomar en cuenta sus consejos tendríamos que gestionar la escases, usar el mundo de la información o la data disponible, eliminar o aplanar las jerarquías, tener empleados a demanda y no un gran equipo contratado todo el tiempo, cuidar las necesidades de nuestra comunidad y entorno, usar algoritmos para resolver nuestros desafíos técnicos, usar activos externos de la manera en que waze aprovechó los celulares de todos nosotros para lograr su crecimiento y tremenda venta al corto andar, y, entre otros asuntos relevantes, lograr el compromisos de los grupos de interés comenzando por los colaboradores.
Parece abrumador y es así, ese es el nuevo mundo, en el que debemos ocuparnos de cumplir una función social, ocuparnos de los intereses de las personas de nuestro entorno y primero nuestro equipo. Para eso, según el mismo Ismail, debemos principalmente contar con un propósito de transformación masiva. Ahí si que nos podemos caer como condorito, porque ya no necesitamos una misión y una visión como lineamientos estratégicos, requerimos un propósito relevante, uno que busque mejorar algo en el mundo en el que vivimos, algo increíble detrás del cual todos quieran ponerse a trabajar y aportar su máximo esfuerzo. Así ya no necesitaríamos motivar a nadie, pues compromiso logra que lo demos todo por ese propósito.
Los equipos de trabajo agobiados y cansados, los gerentes de línea y altos ejecutivos destruidos con tanto golpe a la motivación nos deberían obligar a repensar la forma de gestionar nuestras organizaciones. Se está hablando mucho del propósito y de cómo este da sentido al trabajo de las personas, los hace entender por qué es importante que entreguen todo e incluso ese último esfuerzo extra.
Quizás incluso antes de esta importante definición de la razón de ser o de la función social de nuestra organización deberíamos estar buscando desarrollar las competencias o habilidades adaptativas, que nos permitan navegar en este mundo y país cada vez más lleno de incertidumbres. Hace más de una década que venimos hablando de que el cambio es la única constante, luego vino la tendencia de la cuarta revolución industrial y estábamos pensando en eso cuando se nos vino el estallido social y luego la pandemia que nos está azotando y dejando penas grandes en el corazón de nuestras familias y organizaciones.
Lo peor que podemos hacer es comenzar a culparnos unos a otros y en cambio, lo mejor sería que asumamos la necesidad de cambiar nuestra forma de dirigir, proteger y ordenar nuestros equipos de trabajo para avanzar.
El esfuerzo de los líderes en los desafíos técnicos más tradicionales ha sido definir el problema, proteger de las amenazas a nuestra gente y patrimonio, orientar en sus puestos de trabajo a los colaboradores, restablecer el orden y mantener las normas. Mientras que, de acuerdo a los autores de la biblia del liderazgo adaptativo (The Practice of Adaptativa Leadership, Tools and Tactics for changing your organization and the world. Ronald Heifetz, Alexander Grashow, Marty Linsky) para lograr la plasticidad necesaria para adaptarnos a los cambios, los líderes deberán indagar o hacer las preguntas claves para identificar los desafíos, descubrir las cada vez más frecuentes amenazas externas y exponer el conflicto, dejarlo emerger y permitir que las personas de su equipo desafíen las normas. Deberían ser los más atentos observadores e intérpretes de la realidad y contexto de su organización para lograr generar intervenciones iterativas que les permitan buscar soluciones fáciles de implementar y de revertir a la vez para continuar con una nueva búsqueda.
Ahora se espera que vivamos en una cuerda floja, en la que debe ser difícil sobrevivir para los solitarios gerentes generales del pasado y que podría ser más llevadera para uno que deja la puerta abierta, que escucha emociones y que establece vínculos emocionales.